La (no) tan nueva política económica, nada que celebrar
4 de diciembre de 2025El señor obispo y el pobre diablo
11 de diciembre de 2025Emocionante cosa
Enrique Laviada Cirerol –
Durante todo el fin de semana tuvimos notas, al por mayor, sobre la exitosa movilización (es ironía) organizada para celebrar (¿?) los siete años de gobierno morenista, con un Zócalo atiborrado de gente vitoreando (forma no personal del verbo) a los actuales posesionarios del poder político.
La nomenclatura parecía muy satisfecha por haber trasladado con éxito a sus huestes hasta el corazón del país. Los capos parlamentarios llegaron todos a tiempo y haciendo una compacta formación, mientras que los gobernadores sonreían complacidos al escuchar las porras de sus paisanos, orgullosos de estar ahí junto a los líderes sindicales y los representantes de las organizaciones de los distintos sectores populares, sintiéndose parte de una fuerza invencible.
Todo era tan parecido a los buenos tiempos del régimen autoritario, eran las mismas poses y los mismos gestos y el mismo mensaje, que los vencedores de entonces se trasmutaban en los vencedores de ahora, de una vez y para siempre.
Emocionante cosa.
…………………………………….
Al recorrer las calles podía verse a los contingentes bien organizados, con sus distintivos y sus banderas y sus insignias y sus gorras (prohibidos los sombreros) y sus consignas y el color guinda pintando las rutas de acceso como en una marejada de gente, por obra y gracia del régimen, traída desde todas partes del país.
Es notorio que son personas que han acompañado a sus líderes por donde quiera que hayan tenido que ir, les siguen, a donde vayan ellos la gente va, es un fenómeno conocido de imanes clientelares que sirven como hilos conductores del poder, y que llegan hasta el más apartado rincón social.
Con los gremios es diferente (electricistas, ferrocarrileros, choferes, petroleros, empleados) pues obedecen a estructuras construidas desde los tiempos que se remontan a la formación del viejo Estado corporativo, que funcionan como si se tratara de ejércitos a los cuales es posible movilizar de acuerdo con la disciplina del trabajo y la producción o los servicios.
En ese caudal se encuentran disueltos los ciudadanos, y su individualidad perdida, en un imaginario social compartido por efecto directo de las circunstancias y las carencias materiales o por el rencor y el descontento.
La promesa del bienestar se convierte en el combustible necesario para motivar su presencia, al lado de los poderosos, a la vez condición esencial de su alianza y el sometimiento a las reglas de la clientela política.
Emocionante cosa.
……………………………………
Pero nada comparable a la felicidad de algunos de mis amigos o conocidos que nacieron a mediados del siglo pasado y tuvieron que luchar en contra de toda esa gigantesca maquinaria corporativa, clientelar y autoritaria.
Su concentración parecería una carcajada siniestra de la historia.
Lo que vimos el sábado pasado es, ni más ni menos, la manera en la que un régimen departido de Estado mueve a las masas en unas circunstancias dadas y puede repetirse tantas veces como sea necesario, mientras nada democrático le sustituya.
Acaso no entienden cómo pueden mover a las masas los gobiernos de Nicolás Maduro en Venezuela, o Daniel Ortega en Nicaragua, o Diaz-Canel en Cuba, o Kim Jong-un en Corea del Norte, hasta Gustavo Petro en Colombia, es que acaso no lo ven o simplemente fingen no saber que eso es algo tan común, cuanto necesario para las autocracias.
Ese poder, absoluto, puesto en manos de una clase política, que es sin duda digna heredera del viejo corporativismo y, además, se encuentra emparentada con el narco, puede llenar el Zócalo las veces que sea necesario, y a la hora que les venga en gana.
Pero eso no parece mover las neuronas que les quedan a los viejos socialistas o comunistas, y que en otro tiempo exigían democracia en los sindicatos y en las universidades, y ahora no les tiembla la voz más que para para vitorear al déspota y a su encargada del despacho, por la sencilla razón de que se han enriquecido y acomodado en los cargos tanto y tan a gusto como no lo imaginaron nunca, vaya, ni en sueños.
Emocionante cosa.
……………………………………………
Acertijo
Un poder que acelera el pulso.
