Emocionante cosa
9 de diciembre de 2025El señor obispo y el pobre diablo
Enrique Laviada Cirerol –
Tenía poco tiempo de haber llegado un nuevo obispo a Zacatecas, cuando conocí a monseñor Sigifredo Noriega Barceló, hace unos quince años, y desde entonces me ha brindado la oportunidad de mantener una amistad franca y colmada con buenas charlas, encuentros y reflexiones.
Y es que el obispo Noriega es un hombre culto, apegado siempre a las formas propias de su investidura, a las que honra cotidianamente en su labor como líder de una grey que no solo es numerosa en nuestro estado, sino que se distingue por el gran acervo de tradiciones, costumbres y formas de convivencia que le son esenciales.
Por mi parte, puedo afirmar que aun cuando fuesen enormes nuestras diferencias, siempre supe de la capacidad del obispo Noriega para escuchar y tratar de comprender o interpretar al otro, con la evidente intensión de construir acuerdos y propuestas relativas al bien común.
Al conversar con el obispo Sigifredo Noriega, se pueden apreciar las dotes intelectuales de un hombre preparado en los rigores teóricos de la teología o la filosofía, al tiempo que puede pisar con firmeza los terrenos de las ideas políticas y sociales, con una elegante tolerancia y una singular capacidad para ir al fondo de los grandes problemas que nos aquejan y buscar de manera practica las posibles soluciones.
La labor de Noriega al frente de su diócesis ha sido notable, es de sobra conocido que ha visitado cada rincón de nuestra tierra para llevar el mensaje de su fe, así como la solidaridad y el aliento necesario, en circunstancias muy difíciles a lo largo de todo este tiempo, siempre sin escatimar esfuerzo alguno.
Desde hace un buen tiempo, Noriega es miembro del Consejo Permanente de la Conferencia del Episcopado Mexicano, que reúne de manera colegiada a los obispos del país, y tiene una función relevante para el cuidado de la espiritualidad y el papel de la Iglesia en los distintos ámbitos de la vida nacional.
No obstante ostentar ese rango, tal vez sea su origen sonorense lo que le confiere al obispo una personalidad sencilla y un carácter fuerte, una voz franca, directa, mientras trasmite una bondad incomparable, al modo de la gente de esos lugares en los que el calor y el frío son más intensos, entre el desierto y el mar, no tan lejos de Dios, pero sí muy cerca de la frontera.
Sin temor a equivocarme, afirmo que el obispo es uno de los líderes religiosos más queridos y respetados que haya tenido Zacatecas.
El obispo Sigifredo Noriega escribe, habla, se comunica, dialoga, participa, propone, cuestiona, debate si es necesario y expresa libremente su pensamiento y sus convicciones como corresponde a un ciudadano, en el más amplio sentido del término, es decir, como Dios manda de acuerdo con su manera de ver el mundo y la vida.
Pero, sobre todo, Sigifredo Noriega, es un hombre bueno y sinceramente entregado a su ministerio.
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Acertijo
Solo a un pobre diablo se le puede ocurrir demandarlo por ejercer la libertad a la que todos aspiramos.
