El truco del divorcio
21 de octubre de 2025
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Cinco tesis sobre el PAN 

Enrique Laviada Cirerol –

En una reciente conversación con algunos amigos que militan en el PAN (aunque no lo crean los tengo), me dio por aludir algunas de sus tradiciones, para referirme al lugar que les pertenece en la historia de la derecha. La respuesta fue inmediata, casi en forma de reacción oportuna, me espetaron: “quien sabe en qué PAN te habrás quedado”. La formulación me pareció tan sencilla cuanto sugerente. Entonces ¿cómo es el PAN de ahora? O, en todo caso, ¿cómo debería ser el PAN? Responder esas preguntas me pareció una buena idea y algo esencial en este momento:

1. La esencia ideológica del PAN ya no debería referirse al simplismo de su relación original con los contingentes del catolicismo más rancio, sino a la pluralidad propia de nuestro tiempo. Supongo que debe quedar fuera de la definición del partido lo que corresponde al ámbito de las creencias religiosas de los individuos, y que forman parte de las convicciones personales e intimas y, por tanto, se alejan de cualquier imposición colectiva. Ahí está para confirmarlo su antítesis, es decir, el cristianismo que predica López Obrador empecinado en imponer, incluso, una “cartilla moral” a los mexicanos, en un lance incomparablemente absurdo y contradictorio.

Nadie puede ni debe abrigar el deseo de sobreponer una misma, única e invariable verdad a los demás. Es ahí donde se encuentra, anidado en el “pensamiento único, el germen del totalitarismo”(Hanna Arendt, dixit). Ha sido el mismoLópez Obrador, quien insiste en declararse “seguidor del pensamiento y la obra de Jesús”, el encargado de revelar la falsedad que rodea a su declaración, al dejar a la vista su muy escasa empatía con las víctimas de la violencia y sus familiares, mientras sus relaciones con la delincuencia organizada y su “respeto” a los capos del narcotráfico se han hechocada día más evidentes.

Cabe entonces preguntarse: ¿qué clase de cristianismo es ese? La respuesta es simple: ninguno. Se trata sencillamente de pura demagogia, orientada a manipular a las masas, mientras se edifica la autocracia. La religiosidad de López Obrador ha sido un distractivo y no una convicción.

Eso explica que los seguidores de López Obrador se comporten con un singular fanatismo. En suma, basta contraponer la sincera laicidad de Gómez Morin, a la hipócrita religiosidad de López Obrador para discernir dónde se encuentra la República.

2. Si hablamos de las causas democráticas, no creo difícil llegar a la conclusión de que el Obradorismo se aleja por completo la idea de ciudadanía libre, para colocarnos encima la loza impresionante de la palabra “pueblo”, utilizada comobaluarte autoritario: “el pueblo manda”, “el pueblo decide” y “el pueblo es sabio” y todo lo demás o queda fuera o es obra de “la reacción” y de “los conservadores”y “politiquería de la derecha”. Lo terrible es que, esta combinación de simplismos encierra toda una concepción excluyente y totalitaria.

Mientras tanto, los intelectuales salidos de las viejas formaciones políticas de la izquierda se someten y sobajan, dejando atrás sus fuentes ideológicas, para acomodarse en los puestos burocráticos, las curules, los escaños y los escalones de la corrupción. La política deja de ser un intercambio de ideas e intereses para reducirse miserablemente a lo segundo. El obradorismo ha liquidado cualquier rastro de apertura o tolerancia, para aplastar a sus adversarios (internos y externos), lo que incluye la calumnia, la amenaza, la cárcel o la persecución en su condición de“traidores a la Patria”, sin el más mínimo rubor. El régimen lo engulle todo, hasta lograr una peor versión del “ogro filantrópico”, al que se refería Octavio Paz,como caracterización del viejo PRI. Y en ese caso, coincido con el expresidente Calderón en el sentido de que Morena es la cuarta era del PRI.

Eso sería motivo suficiente para que el PAN pudiera colocarse al frente o asumirlas causas ciudadanas, la pluralidad y el respeto irrestricto a las diferencias y la diversidad. Al PAN le tocaría, en esta etapa de la historia política del país, convertirse en baluarte de las garantías. Siempre y cuando, el PAN dejara en claro que es un partido de ciudadanos libres, dispuesto a ponerse a su servicio, y dejar de actuar como un simple grupo de presión.

El reciente relanzamiento panista no termina de convencernos acerca de su veracidad de ese viraje, parece un recurso bastante limitado y débil, destinado aencubrir los mismos métodos con una narrativa diferenciada. La promesa de sus dirigentes de citar a elecciones previas, abrir candidaturas y alejarse de los acuerdos entre la cúpula aún debe pasar por la prueba de la práctica. Suena bien. Pero contrasta con la demagogia de ofrecer candidaturas por medio de espectaculares colocados en distintos lugares del país.

3. Para el actual régimen, los derechos sociales exigibles como la educación, la salud y el trabajo no son fundamentales. Nunca habíamos vivido un deterioro tan pronunciado y profundo de esas garantías sociales exigibles. En su idea de “pueblo” subyace el atraso en todos los sentidos y ámbitos de la vida comunitaria. Su éxito electoral es inversamente proporcional a los grados educativos. En un brutal contrasentido, la tarjeta individualizada, sustituye a las garantías colectivas. De modo que, cuando los individuos reciben dinero, al mimo tiempo se deja de invertir en hospitales, medicamentos o escuelas y mecanismos de inserción productiva, es decir, se genera un engaño socialmente aceptado de bienestar, absurdamente individualizado e infructuosos. Las escalas de pobreza, entonces, crecen al contrario de lo que se pregona desde la propaganda oficialista.

Ante ello, el PAN aparece desarmado y discursivamente contradictorio, no atina a trascender en el ámbito de la comunidad, atorado en su escaza producción intelectual respecto del papel de lo social en la defensa de la democracia y cede el territorio a los llamados servidores de la nación, desde las gradas del parlamento.

4. El desmantelamiento de las instituciones representativas, la liquidación de la pluralidad y la destrucción de los avances en materia de transparencia y control del poder seguirán hasta completar la misión obradorista.

Al parecer, el PAN es el partido democrático con las mejores credenciales y puede reclamar un lugar distinto en la lucha por preservar las libertades. De ahí que las baterías del régimen se enfilen siempre hacia sus representantes. Sin embargo, nos sorprende que el PAN no lo entienda a cabalidad, y en consecuencia deje de ubicarse en la escena como un jugador a la defensiva y, a veces, secundario.

Parecería lógico que las puertas del PAN a la pluralidad y la diversidad se abrieran como la mejor forma de prefigurar el régimen político que se pretende defender, ante la barbarie autoritaria de ese amasijo oportunista llamado Morena, pero aún parece distante esa posibilidad.

De lograrlo, el PAN podría ser un espacio de libertad para el ejercicio de la democracia y los valores ciudadanos participativos, y las costumbres selectivas y elitistas dejarían espacio a la participación abierta a los ciudadanos en estructuras flexibles.

En el relanzamiento del PAN no encuentro puntos de contacto suficientes para hacer valer el común denominador que une, en la historia del México moderno, lo mismo a Gómez Morin que Vicente Lombardo, a Cosío Villegas y Alfonso Caso; o el esfuerzo intelectual de Castillo Peraza y la verticalidad de Luis H. Álvarez. Lo que tenemos, en cambio, son unos cuantos simplismos referidos al conservadurismo, la patria y la familia. Quienes conducen el relanzamiento del PAN ni se corren hacia el centro, ni se animan a pisar los terrenos de una derecha más dura, por cierto, emergente en muchos países. Acaso nos recetan algo ambiguo. Eso no convence a nadie.

5. La rectitud del PAN debería ser la contraparte de la mentira oficializada del régimen. Pero lamentablemente no lo ha logrado. El imperio de la mentira, ejercido como instrumento opresivo, debería tener una contraparte en larectitud política. Para eso, una nueva ola generacional, podría generar una narrativa fundada en la verdad, la que duele y la que descubre. En la escala de prioridades del PAN, sin embargo, sigue siendo más importante sigue siendo el control sobre los espacios de supervivencia política.

Mientras la vigencia de los postulados de sus fundadores, principalmente de Gómez Morin es notable, frente a la escalada autoritaria y destructiva del populismo, tristemente, dentro del PAN, impera el pragmatismo.

Sería interesante, en estos tiempos, un llamado al trabajo intelectual colectivo, a la libre producción e intercambio de ideas, auspiciado por el PAN, en medio de la desolación que produce la música autoritaria de cada mañana. No propaganda azul, frente a la guinda. Eso además de inútil sería muy aburrido.

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Acertijo

Y les bailan encima