Enrique Laviada Cirerol –

Mucho se ha escrito sobre la enajenación social que produce el
futbol, así como su enorme número de practicantes y no se diga de
fanáticos en todo el mundo, es, sin duda, un negocio fenomenal y,
también, una forma de hacer política, a veces de manera sutil y otras
no tanto.
Desde agitar banderas y crear consignas o canciones, hasta llegar a
las pasiones más desbordadas o la violencia desatada en los estadios,
han atraído la atención de estudiosos en distintas disciplinas.
Sus conclusiones suelen ser de lo más variadas y polémicas, pero
siempre se refieren al estado de ánimo y se entrelazan con la
conducta de las multitudes.
Luego entonces, no encuentro razones para dudar que, si un
gobierno destartalado como el de David Monreal organiza un torneo
de futbol al que denomina “Copa del Bienestar”, debe tratarse de
una engañifa vil, un buen negocio quizá, más que un buen ejemplo
de deportivismo.
Y ahí está el resultado.
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Pero lo más grave es que dicha modalidad futbolera, artificiosa y
destinada a tener una apariencia de utilidad y una noble manera de
acercarnos para unir esfuerzos y anhelos (es ironía), sucede justo
cuando recibimos el más descarado torrente de mentiras
provenientes del régimen.
Con el Zócalo de la capital del país atascado de fanáticos de la
Cuarta Transformación (cualquier cosa que eso signifique), centrales
y sindicatos que remedan al charrismo rindiendo pleitesía al tlatoani
(esta vez con A), miles de acarreados con torta bajo el brazo y una
pléyade de nuevos mandarines haciendo guardia y velando por sus
propios intereses (bastante jugosos en divisas), ahí, entre vítores y
porras, Claudia Sheinbaum repitió las mismas mentiras que repite
todos los días por la mañana, sin piedad.
Que México es el país más democrático del mundo, que ya la
violencia está a la baja, que ya no hay tantos pobres, que las finanzas
públicas están sanas y salvas, que los programas sociales son una
maravilla, que la economía va viento en popa, que se acabaron los
privilegios y la corrupción, que la reforma judicial es una joya, que
quienes traicionen al pueblo se las verán con la Ley, que primero los
pobres, y lo mismo de siempre, que todo lo malo ha sido por culpa
del neoliberalismo bla, bla, bla, bla.
Y ahí está Zacatecas dándole en la cara: incendiada, triste, olvidada,
pobre.
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Pero siempre existe la posibilidad de hacer un video, mediante el
cual los gobernantes aprovechan la oportunidad de sorprendernos
con su escasa inteligencia y su falta de dignidad y decoro (no es
ironía).
La verdad ya no sé dónde poner a David Monreal, cuando lo veo
comiendo fritangas y diciendo que cierra bien la semana, mientras el
estado arde como producto de las acciones coordinadas de una
banda de criminales que incendia vehículos de carga y de pasajeros
en más de una decena de municipios, realiza narco bloqueos y
demuestra su capacidad de infundir terror en la población, justo en
las narices de la autoridad (si es que hay).
Pero regresemos al estadio de futbol, donde finaliza la competencia,
y el alcalde capitalino Miguel Varela, ofrece ahí un espectáculo
francamente lamentable, enloquecido por que su equipo ha ganado
la “Copa del Bienestar” (claro que de eso los jóvenes futbolistas no
tienen la culpa), y ha dejado todo lo importante de lado, para saltar
frente a la fanaticada azul y pelear con al fantoche del gobierno
estatal encargado de la engañifa, y gritar arengas hasta sudar la
camiseta a falta de una idea distinta de sí mismo.
Juntos demuestran que no han podido superar sus limitaciones,
aunque son capaces de grabarlo todo en un video, para solaz disfrute
del poder.
Y ahí seguirán.
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Acertijo
Ni entienden, ni disciernen.