Enrique Laviada Cirerol –

Se identifica a las personas nacidas entre los años 1997 y 2012 como parte de la llamada generación Z. Al parecer no existe una fuente segura ni una organización o entidad oficial encargada de asignar semejante nomenclatura. El caso es que de acuerdo con fuentes especializadas en materia poblacional el número de habitantes de nuestro país que entraría en esa clasificación (según datos del Consejo Nacional de Población) podría rebasar los cuarenta millones.

Se trata de personas que han vivido entre 20 y 30 años después de su nacimiento, durante los cuales han moldeado los principales rasgos de su personalidad en espacios determinados, así como distintas circunstancias económicas, sociales y políticas.

Dentro de las clasificaciones con las que nos topamos en la actualidad, relativamente convencionales o incluso arbitrarias, se les denomina centenials o también zoomers y sus integrantes llegarían a conformar el 30 % de la población total mexicana. Atendiendo a estos parámetros se dice que esas personas tendrían en este momento entre 12 y 29 años. Cerca de la mitad son mujeres y la otra son hombres siguiendo las tendencias generales.

Una mayoría de mujeres en ese rango se sabe que son solteras, más o menos 7 de cada 10, mientras que la cifra en hombres se eleva misteriosamente a 9 de cada 10.

Pero todos sus integrantes son originariamente digitales y utilizan los instrumentos propios de la era tecnológica con suficiente destreza y soltura. Se trata de viajeros incansables del internet ya que destinan al menos 6 horas al día para navegar en sus aguas.

Una parte considerable se declara afectada por la incertidumbre económica. Cerca del 70% se han sentido en algún momento abrumados o ansiosos. Más de la mitad ha necesitado ayuda psicológica.

Esto atañe en un sentido estadístico a lo que comúnmente conocemos como la juventud de un país. En nuestro caso hablamos de una juventud que padeció en el centro de su alma las devastadoras consecuencias de la pandemia.

De esta generación se dice:

Que se han desmarcado de todos los partidos políticos.

Que no distinguen ni se distinguen por la ideología.

Que rechazan casi todas las formas de autoridad.

Que frecuentemente se ven atraídos por versiones conspirativas.

Que les parece incomodo el tiempo presente.

Que son desconfiados.

Que alteran a la clase política.

Que suelen no ser lectores de libros.

Que su conocimiento de la realidad proviene de las fuentes que saturan los espacios internáuticos y las redes sociales.

Que en circunstancias de crisis pueden actuar de manera impredecible.

Que han protagonizado revueltas en países como Singapur, Nepal, Perú y Marruecos.

Que rigen su conducta colectiva coyunturalmente.

Que permanecen durante mucho tiempo dentro de núcleo familiar.

Que desestiman el orden de las cosas.

En días recientes las redes sociales han sido utilizadas por perfiles que se identifican como parte de la Generación Z para convocar a una manifestación de protesta en el Zócalo de la Ciudad de México. Exigen la revocación de mandato para la presidenta. Ella ha declarado que son una especie de fantasía creada por sus opositores. El asesinato del alcalde de Uruapan les incitó a dejar el espacio virtual para ocupar el espacio físico que tradicionalmente usan los ciudadanos libres para expresarse. En esos mensajes manifiestan su hartazgo y su deseo de que México sea un país libre de corrupción, seguro y justo. La presidenta amagó con investigar las cuentas de donde provienen los mensajes. Algunos políticos han sugerido que no tiene caso salir de las redes para marchar por las calles. Es evidente su temor a lo desconocido. La convocatoria sigue en pie. Se habla de un posible parteaguas en la vida pública. Nada es completamente claro.

A mi me causa una enorme curiosidad lo que resultaría de unir el sombrero al estilo Carlos Manzo (símbolo de la lucha social) con el sombrero de paja al estilo Monkey D. Luffy (símbolo de la generación Z). No sé qué tanto pueda contribuir esa conjunción extraña a la solución de nuestros problemas. Pero me llama mucho la atención el temor desatado entre las jerarquías por su presencia en las calles. Y todavía más por sus posibles repercusiones en las urnas. De cualquier forma, habrá que encontrar la salida en uno de los momentos más confusos, complicados y violentos de la etapa moderna de México.

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Acertijo

El único principio absoluto es que todo es relativo.